Consumo crea un etiquetado en alfabeto braille y otros formatos, como QR, que incluye la fecha de caducidad o los alérgenos, entre otra información básica. Ya ha arrancado la consulta pública previa.
Suelen ser casos excepcionales, pero a veces ocurren. Jesús Ortega, trabajador de la ONCE en Zaragoza y con baja visión (padece retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa), empanó una vez unos libritos de lomo con sal en lugar de con pan rallado. Y, en otra, una amiga le preparó unas lentejas con zumo de piña, que confundió con caldo.
"No había quien se comiera los libritos. Lo cuento como anécdota, pero si un bote de zumo fuera parecido a uno con producto para limpiar el suelo la cosa ya no tiene gracia. Puede ser hasta peligroso", comenta.
Las personas ciegas o con baja visión tienen que ser muy ordenadas, "por obligación", a la hora de recoger la compra para saber en todo momento dónde localizar los productos en casa. Como señala Ortega, son pocas las marcas que hasta la fecha han pensado en las necesidades de las personas con discapacidad visual. "Auchan es una de ellas. Nos considera clientes potenciales y ha apostado por el etiquetado en braille", dice. Además, en sus lineales cuenta con artículos, de otras empresas, que tienen código Navilens, que ofrece información locutada a través de una app. "La ventaja no es solo la información; te permite localizar el producto haciendo un barrido con el móvil en los lineales. Te va guiando hasta llegar al código", añade.
Si para una persona que ve con normalidad es un 'fastidio' cada vez que en su supermercado habitual cambian los productos de estantería; para ellos supone todo un problema. No pueden ir tocando todos los artículos, con la desventaja de que la mayoría no les ofrecen datos al tacto. "Ir solo sin que me ayuden podría suponer estar horas hasta localizar los productos. Moverte con autonomía y saber dónde están es casi imposible si no ves nada o muy poco. La mayor parte o vamos acompañados o hacemos la compra por teléfono o internet o acudimos a tiendas de proximidad. En los súper vas a los que conoces; entrar a cualquiera es una lotería, no sabes si te van a ayudar o no. Es algo que depende de la buena voluntad", apunta.
En su caso, compra normalmente por internet y en tiendas pequeñas, cuando lo hace físicamente. "Me la traen a casa. La ventaja de esta opción es la autonomía para buscar lo que quieres en la web. El inconveniente es que muchas veces estas páginas no son del todo accesibles", dice. Jesús utiliza un lector de pantalla (otra opción es un magnificador de pantalla, que permite visualizar las imágenes en un tamaño más grande). También se sirve del lector (que identifica e interpreta aquello que se le muestra en pantalla) para ordenar los productos una vez se los traen a casa. "Con esfuerzo y tiempo", advierte.
FUENTE: HERALDO.ES